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Enseñanza Significativa en la Escuela de Hoy

[1]Todos somos conscientes del constante cambio que vive el mundo.  Esta persistente transformación parece ser lo único seguro en nuestra sociedad, donde el cambio va desde aspectos sociales hasta la más avanzada tecnología.

Lo que antes parecía inmutable, hoy es información obsoleta. La educación, como principal fuente de progreso y transformación social, se ve obligada a ir cada vez más acorde a estos nuevos avances. ¿Cómo la educación debe responder ante esta realidad?

Educar hoy es más que transmitir información. Al hacerlo caemos en el riesgo que  en unos años –y hasta meses siguientes-esa información esté en proceso de cambio, afirmando que el conocimiento en esta era tiene fecha de caducidad. Educar hoy conlleva aplicar, poner en práctica, aprender a pensar, a adaptarnos, a ser autónomos. Es reto de los educadores anteponernos, salirnos de la caja e ir más allá con nuestros estudiantes. Es replantearnos constantemente para responder a las necesidades del mundo actual.

La globalización y los constantes avances, motivan a la educación acentuarse en la enseñanza del aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a emprender (UNESCO, 2007). Dotar a los estudiantes de las herramientas y competencias básicas para aprender por ellos mismos e incorporar conocimientos durante toda su vida; aprender a tolerar la diversidad y potencializar la complementariedad; y comprender que el valor de las sociedades está relacionado con el nivel de formación y la capacidad de innovación y emprendimiento de sus ciudadanos.

Se hace necesario entonces, crear nuevos ambientes de aprendizaje- culturas de pensamiento- que planteen un proceso de enseñanza cada vez menos pasivo, y más auténtico, autónomo y centrado en el alumno. Un aprendizaje cada vez más práctico, colaborativo, integral, significativo y contextualizado. Acciones que vayan centradas en aprender cómo se hacen las cosas, más que el mero contenido y la información.

Debemos pensar de cara a lo que deben saber nuestros estudiantes hoy y en el mañana, ¿Cuáles son los componentes de una educación efectiva para el mundo en que los estudiantes viven ahora y vivirán por los próximos 10, 20, 30 años? ¿Realmente promovemos una cultura de pensamiento y comprensión en el aula?

Responder estas interrogantes conlleva re-evaluar nuestro currículo. La escuela, y a su vez los maestros, ahora tienen el reto de organizar un nuevo plan de trabajo, de manera que promuevan el desarrollo integral de los estudiantes y respondan a las necesidades reales y de nuestro contexto. Seleccionar los  aprendizajes relevantes y coherentes, acordes a las demandas de sociedad actual y aquellas necesidades que se desean suplir mediante la educación escolar. Un currículo enfocado en ambientes de aprendizaje más constructivistas y donde se determinen las competencias y habilidades prioritarias para una educación de calidad hoy, donde se establezcan los planes de acción sobre qué enseñar y para qué es importante, cómo y cuándo hacerlo, centrado en el alumno.

Surgen entonces nuevos planteamientos que buscan enfocar la educación, ya no en una acumulación de información y conocimiento, como “posesión” de entendimiento, sino enmarcarla en una enseñanza para la comprensión y el aprendizaje significativo, encaminada al pensar, acción y práctica. Al hacer esto, la planificación curricular va orientada esencialmente en quienes aprenden, y el para qué les va a servir, e ir acortando cada vez más la brecha entre el aprendizaje que se da en la escuela con las experiencias de los alumnos fuera de esta.

Perkins(1), plantea que dos cuestiones básicas en la escuela de hoy son la comprensión como desafío de la educación y el desarrollo de la inteligencia para el aprendizaje. En su investigación inicial, hizo referencia al hecho de que muchos maestros pueden dar testimonio acerca de la importancia de enseñar para la comprensión, así como de lo difícil que es esta tarea. Muchos maestros saben muy bien que con frecuencia sus estudiantes no comprenden conceptos claves como deberían hacerlo y buscan alternativas para ayudar a entender mejor.

Sin descuidar los objetivos tradicionales de la educación, la comprensión debe llevar al estudiante más allá de lo que ya sabe. Conlleva realizar tareas que no sólo demuestren entendimiento de un tema, sino que al mismo tiempo lo aumenten: poder explicarlo, encontrar evidencia y ejemplos, generalizarlo, aplicarlo, presentar analogías, y representarlo de una manera nueva.

Tanto maestros como la institución en general debe comprometerse a una enseñanza más significativa y hablar un mismo idioma en cuanto a una verdadera comprensión de los temas. Crear y motivar una comunidad de aprendizaje en la que el trabajo no sólo vaya enfocado a la eficacia y eficiencia de su ejecución, sino también en la que la reflexión sea parte permanente de la práctica de cada miembro de la institución.

Con estos modelos no se plantea crear todo un sistema nuevo de educación. Se han presentado constantes esfuerzos de maestros que buscan mejorar sus prácticas docentes y maximizar sus resultados. En definitiva, dentro de la enseñanza para la comprensión su presunción no es “algo completamente nuevo y totalmente diferente” pero sí un definitivo “más y mejor”  (Blythe & Perkins, 1994). Y como el mismo Perkins nos afirma, es esperanzador saber que  “las escuelas son verdaderas maravillas creadas por el hombre y, aunque nos lamentemos por lo que no hacen, ya han hecho cosas jamás soñadas un par de siglos atrás”.

1. David Perkins fue hasta el año 2000 co-director del Proyecto Cero, junto con Howard Gardner. Tina Blythe es investigadora en el Proyecto Cero de la Escuela de Posgrado en Educación de Harvard, 323 Longfellow Hall, Appian Way, Cambridge, MA 01238.

Referencias: