Educación y Valores: Escala de Valores (2/2)

Escrito por Hno. Alfredo Morales en Hno. Alfredo Morales, Reflexiones para Educadores

34880536Existen múltiples escalas de Valores,  según los objetivos que definen a cada Institución o cada grupo humano.Edward Spranger, por ejemplo, hablaba de valores técnicos, económicos, estéticos, sociales, políticos, religiosos.

Otros los clasifican según su relación con las necesidades humanas consideradas universales y absolutas: amor, justicia, respeto, ética, religiosidad. Otros hablan de valores sociales: derecho al trabajo, libertad de expresión; otros, de valores culturales: lenguaje, opción profesional, etc.Pero, con respecto a una Institución educativa, es bueno tener en cuenta esta opinión:“Hay que proponer a los alumnos una educación basada en los VALORES ESENCIALES, para crear un mundo liberado de las amenazas que lo dominan hoy. Bajo esta perspectiva, los jóvenes aprenderán a rechazar los falsos valores de una sociedad decadente, y a descubrir los verdaderos valores sobre los cuales se puede construir una sociedad del amor”. (Juan Pablo II)
Desde una perspectiva axiológica (de valores),el escritor José María Alonso, autor de la obra: “La educación en valores en la Institución escolar” nos dice que “los proyectos de una Institución educativa pueden traducirse en objetivos concretos, tales como:

  • Dimensión  ética: Aprender a actuar tomando decisiones libres, responsables y autónomas.
  • Dimensión cognitiva: Aprender a analizar, a comprender y aplicar creativamente los saberes en la interacción consigo mismo, con los demás y con el entorno.
  • Dimensión afectiva: Aprender a asumir la responsabilidad de amarse, y expresar correctamente el amor en las relaciones interpersonales.
  • Dimensión comunitaria: Aprender a cooperar en la tarea de ser interactivos de manera significativa, e interpretar mensajes con un sentido de comunión y una mentalidad positiva.
  • Dimensión corporal: Aprender a desarrollar, valorar y expresar armónicamente la propia corporalidad, a nivel personal y social.
  • Dimensión estética: Aprender a desarrollar y expresar creativamente la propia sensibilidad para apreciar y transformar el entorno.
  • Dimensión socio-política: Aprender a arriesgar la propia vida al asumir compromisos solidarios y comunitarios en la construcción de una sociedad más justa y participativa”.

De esta manera, los objetivos de un Proyecto educativo son, en la práctica, la expresión de la jerarquía de Valores por la que ha optado la Institución que los promueve.

Pedagogía de los VALORES

Para hablar de Pedagogía de los Valores, hay que mencionar antes varios presupuestos:

  1. Se da por supuesto que la Institución ya ha optado por un sistema coherente y jerarquizado de Valores fundamentales.
  2. Que ese sistema “somete a juicio” los sistemas de valores de cada miembro de la comunidad educativa, para que ese Proyecto pueda tener cohesión, sin dejar por eso de respetar un sano pluralismo.
  3. Se supone que este Sistema de Valores tendrá como referencia el desarrollo pleno de la persona humana.
  4. Se supone  también que la Institución tiene en cuenta constantemente el contexto social en que está inserto su proyecto axiológico, y que ha previsto las tensiones y posibles confrontaciones así como los re-activos que va a emplear.
  5. Se supone también que la Institución ha comprendido que los Valores no se imponen sino que se proponen, se descubren y se acogen, respetando el espacio de libertad de los educandos.

Pero la Pedagogía de los Valores es una pedagogía especial, porque no se trata de “enseñar Valores”, cuanto de “promover Valores”. Desarrollemos esta idea.

Promover” significa iniciar o acompañar un proceso, procurando que llegue a su culminación. No basta que existan cosas valiosas. Es necesario que sean percibidas como tales. Por su misma naturaleza, el Valor no puede ser impuesto. Mientras el Valor no pierda su neutralidad interpeladora, y llegue a aparecer ante el educando como importante y deseable, ese Valor como tal no será aceptado.

Por mucho que sepa el educando que tal o cual acto es conforme a la razón y al bien común, (conocimiento racional), si no irrumpe en su corazón una especie de complicidad afectiva con ese bien que se le propone, no lo aceptará. Esa es la función de la motivación y del ejemplo estimulante.

De ahí la importancia vital de que los Valores se promuevan más por contagio que por la vía racional. De ahí la necesidad de que en la Institución educativa haya personas, grupos, espacios, eventos, donde se vivan esos Valores y se les identifique con  un nombre. La familia y la escuela son los grupos naturales más próximos y eficaces para promover Valores, debido a la “carga afectiva” de las relaciones internas entre sus integrantes.

Hoy en día, los jóvenes son extremadamente sensibles a la autenticidad y a la coherencia de sus padres y de sus educadores. Los Valores proclamados pero no vividos
provocan más rechazo que adhesión.

Por eso es necesario que los hijos, los alumnos, puedan hacer experiencias propias  y positivas de los Valores que se les proponen. El proceso de “valorización” exige un                                                      marco de explicación y motivación del valor, y una orientación de cómo vivirlo desde la situación real que tienen los destinatarios del mensaje.

Posibles etapas en la promoción de un Valor:

  1. Presentación de una experiencia donde se viva ese valor: que se perciba, que se sienta.
  2. Que se estimule su aceptación: experiencias gratificantes del valor que se promueve.
  3. Que se motive o justifique: que se busque la adhesión intelectual y afectiva.
  4. Que se integre a la personalidad del destinatario, al punto de modificar su pensar y su actuar. Que él o ella se sientan “crecer como personas” al acoger ese Valor.

Crisis de Valores

La actual crisis de Valores que vive la humanidad es la resultante de la interacción de muchos factores, entre los cuales podemos resaltar:

  • Los cambios rápidos en la conciencia del hombre moderno (nivel de mentalidad).
  • Los grandes adelantos a nivel científico, técnico, político, profesional, económico, social, etc. ( nivel estructural)

Todo cambio vertiginoso, radical y universal produce una convulsión, un shock (“El shock del futuro” de Alvin Toffler), y desencadena una transición donde todo se cuestiona, se “relativiza”, y que trae como consecuencia angustia e inseguridad.

Tal ocurre con el mundo de los Valores llamados tradicionales, que ya no parecen tener fuerza para orientar y dar sentido y coherencia a las nuevas generaciones, ni a la misma sociedad donde han surgido.

Analicemos este fenómeno desde la perspectiva de los educadores, a quienes va dedicado este trabajo. ¿Cómo reaccionar ante esta crisis generalizada?

Los podemos ubicar en tres categorías:

1.    Los y las que padecen el cambio: Se resisten y no aceptan la nueva Sociedad en la que tienen que vivir y ejercer su magisterio. Se van quedando atrás y se vuelven espectadores inconformes de una Historia que se va a construir de todos modos: con ellos, sin ellos o contra ellos. “Cualquiera que no vea el futuro con esperanza, no puede ser hoy educador”.

2.    Los que son arrastrados por el cambio: Son las víctimas de un cambio que no comprenden o que no han podido asimilar. No tienen referencias ni criterios para justificar su conducta ante una nueva Sociedad. Viven al día y padecen el cambio.

3.  Los que asumen críticamente el cambio: Están atentos a los “signos de los tiempos” y distinguen lo positivo y duradero, de lo coyuntural y transitorio, así como el fondo de verdades que yace en los gemidos de una nueva sociedad que nace y  busca su equilibrio. Son personas que han decidido “construir el futuro” y no solo padecerlo. Renuncian a los esquemas propios que consideran ya superados, e intentan integrarse a la dinámica de los “tiempos nuevos”.

En virtud de esa actitud positiva no desertan de su vocación educativa, sino que por el contrario se convierten en puentes de la Historia, testigos y garantes de los Valores universales y esenciales. Son también rescatadores y preservadores de Valores que se nublan o comienzan a perderse en la polvareda de esta Sociedad en transición, Valores que peligran y pudieran desaparecer en la conciencia y en la vida de las nuevas generaciones, si no hay “testigos fieles” que garanticen su perenne actualidad.

Abiertos al diálogo, se mueven en la dirección de lo más sano de la modernidad, o postmodernidad como prefieren decir  algunos, pero que desempeñan un papel vital garantizando la MEMORIA MORAL DE LA HUMANIDAD: lo que no puede ser olvidado so pena de deshumanización.

Un auténtico educador así es un factor de regulación  social, y de preservación moral, a la vez que contribuye a la construcción de una  nueva Sociedad.

Terminemos este documento, señalando como resumen de nuestra reflexión sobre los Valores, dos grandes tendencias axiológicas que se destacan en este nuevo mundo y nueva sociedad que se construyen:

  1. La persona humana: su sacralidad, la conciencia de su dignidad, el cultivo de la vida interior, de la libertad y de la responsabilidad.
  2. La conviabilidad: Tras más de un siglo de dolorosas confrontaciones, que han sacrificado millones de vidas inocentes, crece la conciencia del respeto a la pluralidad, la búsqueda de lo que nos une, y la participación en proyectos societarios de justicia y de paz.


Los miembros de toda Comunidad educativa deben responder a tres preguntas fundamentales que marcarán el rumbo, la calidad y la eficiencia de la misma:

1. ¿QUE DEBE CAMBIAR?
2. ¿QUE DEBE PERMANECER?
3. ¿HACIA DONDE ORIENTAR EL CAMBIO?

13
Feb/14
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