La Resiliencia en la Escuela

Escrito por Leslie Amell en Reflexiones para Padres

Resiliencia es un término nuevo para un concepto ya conocido que se define como la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y ser favorecido por experiencias de adversidad (Grotberg, E. 2001). Este término, utilizado actualmente en el campo de la psicología,  tiene su origen en el campo de la física, refiriéndose a la propiedad  de los cuerpos elásticos  de rocobrar su forma original y liberar energía cuando son sometidos  a una fuerza que los deforma.
Una persona resiliente es capaz de, tras un acontecimiento o etapa negativa de la vida,  volver con rapidez a un nivel de bienestar psicológico, igual o aun superior al nivel de bienestar que tenía antes del acontecimiento negativo (Mansour, S. 2003). La resiliencia es un proceso dinámico, es decir que es variable, que cambia según las circunstancias, la naturaleza de la adversidad, el contexto y la etapa de la vida.

Diversos autores han coincidido en que existen ciertos factores que favorecen la resiliencia, como la aceptación incondicional por parte de la familia, los maestros y  los amigos; la capacidad de encontrar sentido a las situaciones a partir de la fe;  el desarrollo de aptitudes  sociales y de resolución de problemas; el desarrollo de la autoestima o la capacidad de la persona de quererse a sí misma, con una visión realista de sus potencialidades y sus limitaciones; y por último, el sentido del humor, que es reconocer y aceptar lo imperfecto y el sufrimiento a través de una visión más positiva y tolerable. Otros factores importantes que se manifiestan en personas resilientes son la capacidad de introspección, la independencia y la iniciativa.

Todos las factores descritos anteriormente no aparecen de la noche a la mañana, sino que resultan de una interacción del individuo con su medio. Sin los factores personales no se puede dar la resiliencia, pero sin una relación con el medio que  facilite y fomente estos factores, tampoco. Por excelente que sea una semilla, sólo da fruto en el terreno adecuado (Royer, 1989). En el  caso de nuestros hijos y alumnos su terreno es la familia y la escuela.

En ambos escenarios  los individuos traen sus propias adversidades, se interrelacionan y se generan otras adversidades, por lo que es nuestro deber como padres y maestros brindar herramientas para la superación de dichas dificultades.

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Sep/10
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