Detección y Prevención del Acoso y Agresión entre Compañeros en la Escuela

Escrito por María Rosa Conde en Reflexiones para Padres

La agresión entre los compañeros en el aula ha existido en todas las épocas y es ahora cuando ha alcanzado mayor notoriedad, pues los avances tecnológicos permiten una mayor difusión de este problema que se ha convertido en una de las principales preocupaciones sociales y educativas de este siglo.

Se considera  acoso o agresión entre compañeros cuando los estudiantes entre 7 y 18 años agraden a sus iguales de manera física a través de golpes o de manera psicológica mediante insultos, amenazas verbales, desprecios, ridiculizaciones y exclusión. Estas agresiones afectan a las victimas de acoso provocando ansiedad, baja autoestima, miedo, depresión y en ocasiones conducta autodestructiva que pueden llegar a intentos de suicidio.

¿Cómo se puede prevenir la aparición de este tipo de agresión o bullying?
¿Qué podemos hacer como padres para evitar que nuestros hijos sean víctimas o actores de este tipo de agresión?

La prevención debe comenzar con una educación adecuada, pues a veces utilizamos medidas educativas que favorecen la aparición del bullying, tales medidas son:

  • Educación Autoritaria. Las actividades y decisiones, son tomadas por la cabeza de la familia, sin tomar en cuenta las opiniones de los demás miembros de la familia y utilizan críticas destructivas que generan una conducta dependiente y anulación de la personalidad lo que le dificultará en el futuro la toma de decisiones y el cuestionamiento de la autoridad, favoreciendo por un lado el rol de víctima y por otro lado puede provocar en el joven reacciones agresivas que favorecen el rol de agresor.
  • Educación Sobreprotectora. En la que los padres encierran a los hijos en una caja de cristal, para evitarles sufrimiento, ocultan y disculpan sus errores, esconden sus debilidades, les hace sentir que la causa de sus problemas vienen de afuera y les inculcan que necesitan de ellos en todo momento. Este tipo de educación provoca dificultades en las relaciones con sus iguales al creerse el centro de atención y que el mundo entero le debe todo, por lo que adquieren una postura agresivos y omnipotente. Por otro lado puede generar timidez, angustia, inseguridad, dependencia y baja autoestima.
  • Una educación Permisiva. Sin límites, sin objetivos claros, inconsistente en la aplicación de reglas. Estos jóvenes se muestran inseguros, nerviosos, miedosos (víctimas) o transgresores, oposicionistas agresivos (agresores).
  • Educación Delegada en el Colegio. Los abuelos cuidadores, donde se tiene poco tiempo para conocer sus habilidades, cualidades y defectos de nuestros hijos. Puede provocar en los jóvenes retraimientos y aislamiento familiar  y social con sentimiento de abandono y culpa por falta de cariño de sus padres, por lo que intenta complacer en todo y pueden asumir el rol de víctimas. También pueden buscar la atención de manera inadecuada, castigando por el abandono y proyectando esa rabia en los demás compañeros.

Frente a estas medidas educativas erradas ¿Qué podemos hacer como padres? Lo primero es reconocer que nos hemos equivocado, sin sentirnos culpables, pues son hay manual escrito de cómo ser padres eficaces y segundo implementemos una forma de educación que pueda prevenir que nuestros hijos asuman roles de víctimas o agresores con sus compañeros.

Asumamos una educación basado en:

  • El respeto y la tolerancia, que fomente modelos de resolución de conflictos eficaces tales como el diálogo, la negociación y la no imposición por fuerza de opiniones y normas.
  • Reconocimiento de logros y sanción de los errores de manera consciente.
  • Educación responsable, en la que haya una comunicación fluida, con interés y apoyo activo a los hijos, motivándolos para que hagan frente a sus obligaciones y sean capaces de tomar decisiones y asumir las consecuencias de las mismas.

Si logramos implementar estas medidas contribuiremos en la educación de jóvenes capaces de expresar sus emociones y defender sus derechos sin maltratar ni denigrar a los demás.
Jóvenes capaces de establecer límites y actuar de acuerdo a sus valores morales pese a la presión del grupo.
Jóvenes sociales que se respeten y cumplan las normas establecidas.
Jóvenes que logran sus metas, sin necesidad de dañar ni agredir a otros para conseguir sus objetivos.
Jóvenes que se defenderán de las agresiones y presiones de grupo, acudiendo a las figuras de autoridad cuando sea necesario.
Vale la pena el reto que tenemos por delante, asumámoslos y pronto veremos los frutos para beneficios de nuestros hijos, nosotros mismos y la sociedad en general.

Las escuelas deben ser congruentes con esas medidas educativas y detectar a tiempo cualquier situación de agresividad entre compañeros para corregirla a tiempo.

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Nov/10
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