Transmisión De Valores en la Adolescencia

Escrito por Administrador en Reflexiones para Padres

 Cuando transmitimos valores, lo que realmente estamos enseñando es a aque los jóvenes protejan y se cuiden. Existen una serie de valores universales, que deben ser organizados en orden de prioridad, según los criterios de cada familia; amor, respeto, honradez, responsabilidad, solidaridad, tolerancia, libertad, paz. Se recomienda a cada familia, a tomar un momento para reflexionar sobre el orden jerárquico de estos valores, ya que esto es lo que guía nuestra forma de conducirnos en sociedad diariamente.

Puntos importantes a reflexionar:

¿En nuestra familia, qué valoramos?

Es importante tener una clara respuesta a este punto, padre y madre, como cabeza de familia, de acuerdo en sus comentarios y comportamientos.

¿Cómo transmitimos estos valores?

Los valores necesitan de coherencia para ser transmitidos. Se necesita del ejemplo constante de quienes guían a los hijos para que dé frutos.

¿Qué se espera de los miembros de la familia?

Hay que tener expectativas reales y hacerlas saber a todos los miembros de la familia, aclarándoles a los hijos qué se espera de ellos, pudiendo ser: respeto, honestidad, responsabilidad, Etc. (Claro, implicando esto que nosotros como adultos debemos serlo también).

¿Quiénes transmiten estos valores?

Debemos reflexionar si estamos delegando nuestra labor a otros, como sería el caso de maestros, choferes, niñeras, Etc., como producto de la realidad de un mundo competitivo que nos resta tiempo. Si estamos dejando ese espacio vacío, nuestros hijos lo buscan en el espacio cibernético. Hay que resaltar que el joven que busca fuera es una persona frágil frente a la sociedad.

¿Cuándo el terreno es fértil para transmitir valores?

No todo momento es bueno, no siempre se enfrentan todas las batallas. Normatizar bajo un ambiente de poco afecto y de imposición, genera en el adolescente una bola de ira que luego se revierte y resulta contraproducente. Cuando hay vinculación afectiva entre padres e hijos no hay miedos y se puede guiar sin daños, ni prohibiciones, pues el ambiente es seguro para el adolescente.

En los casos en que no hay supervisión de los padres, esto es interpretado por el hijo como abandono. Se siente huérfano y tiende a caer en malas acciones buscando ayuda, pidiendo que le hagan caso. Por eso, muchas veces poner castigo a estas acciones es irse por las ramas, ya que lo que genera es algo más profundo generalmente relacionado a una falta de vinculación.
Resumen cortesía de la Sra. Sofía Sabater, Madre Lux Mundi

Charla de la Lic. Paula Cercas

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