Reflexiones de San Juan Bautista de La Salle sobre la Natividad del Señor

Escrito por Hno. Alfredo Morales en Hno. Alfredo Morales, Reflexiones para Educadores

El emperador Augusto publicó un edicto donde se ordenaba el censo de todos los habitantes de las diversas ciudades dependientes del Imperio Romano. Cado uno debía inscribirse en el lugar de donde era originario. Esto exigió que San José partiera de Nazaret, ciudad de Galilea donde moraba; para ir a Belén, ciudad de Judea, a fin de inscribirse en esta ciudad, con María su esposa.

Llegados allí buscaron una casa donde alojarse, pero nadie los quiso recibir por estar ocupadas por personas más ricas y más importantes que ellos.

Vean cómo se produce en el mundo: no se considera más que el aspecto exterior de las personas, y no se le honra sino en la medida en que se lo ganan por lo que brilla a los ojos del siglo.

¿Cuánto tiempo hace que Jesús se presenta a ustedes y llama a la puerta de su corazón para establecer en él su morada, sin que hayan querido recibirle? ¿Por qué? Porque no se presenta sino en figura de pobre, de esclavo, de varón de dolores. (85.1)

No hallando Belén quien quisiera alojarlos, la santísima Virgen Madre de Jesús se vio obligada a refugiarse en un establo.

Ustedes reciben con frecuencia a Jesús en su corazón; mas, ¿no está en él como en un establo, donde no halla otra cosa que suciedad y corrupción, porque están apegados a algo distinto a El? Si lo miraran como su Salvador y Redentor ¿Qué honores no le tributarían?

Para comprobar si aprovechan la venida de Jesús y el deseo que tiene de establecerse en ustedes, examinen a ver si son más modestos, más recogidos y más moderados de lo que lo eran antes.

Si quieren que les resulte provechosa la venida de Jesucristo, en necesario que lo dejen adueñarse de su corazón, y que se hagan dóciles a cuanto les exigirá, diciéndole a menudo con el profeta Samuel: Habla, señor, que tu siervo escucha.(85.2 )

Ya que sabemos que Jesucristo ha de venir hoy a nosotros, y que le reconocemos por quien es, preparémosle  una morada digna de Él, y dispongamos de tal manera nuestro corazón a recibirle, que se establezca gustoso en él.

Con esta intención, dediquémonos a desapegarlo de todo lo que haya en él de profano y terrenal. (85.3)

Las meditaciones 85 y 86 son de las mas conmovedoras y saturadas de ternura que escribiera el santo Fundador de los Hermanos; ambas, constituyen una unidad porque obedecen a la misma temática.

Ya hemos explicado que la espiritualidad francesa del siglo XVII insistió mucho en la meditación de los Misterios de la vida de Jesús, y en sus estados, es decir, las actitudes interiores propias de cada Misterio.

De entre esos Misterios, el de la Encarnación fue uno de los que más profundizaron: quedaban absortos y como anonadados ante la magnitud del hecho de que un Dios se hiciera niño, naciendo en un establo, en estado de total fragilidad y pobreza, para asumir la condición humana.

San Juan B. De La Salle bebió esa espiritualidad en sus años de seminarista y a lo largo de su carrera sacerdotal. La pasó luego a los hermanos, y la refleja en sus escritos espirituales, entre ellos las meditaciones. Se trata de una contemplación orante; en este caso, ante el Ministerio de Jesús naciendo en Belén.

Lo interesante es cómo La Salle lo aplica al educador cristiano, y le hace difíciles preguntas relacionadas con sus actitudes interiores. Sale a relucir de nuevo la imagen del corazón del educador, es decir, de sus actitudes fundamentales, sus motivaciones profundas, que son las únicas que s ele pueden dar identidad y gozo en el ejercicio de su ministerio educativo.

El rechazo del mundo a José y María debido a su condición humilde, es trasladado de inmediato al universo espiritual: ¿ No rechaza también a Jesús el educador, cuando llama a su puerta interior? La Salle se adentra en la posible explicación de tal rechazo: ¿ No será por que se presenta al educador pidiéndole mas generosidad, cambios interiores; en una palabra: conversión?

Comparando el corazón del educador con el establo donde nació  Jesús llega a preguntarse: ¿ No habrá desaseo y podredumbre, educador, en tu corazón?

Concluye la meditación con un consejo: Dejen que Jesús se haga dueño de sus corazones, y muéstrense dóciles a sus inspiraciones interiores. En otras palabras: dispónganse a escucharlo y a hacerle caso. Porque si el educador cristiano es para La salle una mediación sacramental, no podrá transparentar a Dios si su corazón está opacado y oscurecido por el mal. Nadie puede reflejar lo que no lleva dentro, lo que no vive.

Para saber si Jesús reina ya en el corazón del educador le invita a analizar sus propias acciones, la transformación de su vida y su conducta, como prueba de que efectivamente Jesús ha realizado una acción purificadora dentro de su corazón.

Palabras-fuerza: No vivir de apariencias
Jesús llama al corazón y espera respuesta.


Actitudes: Dejar a Dios Adueñarse de tu corazón
Desprendernos de lo que no es Dios


Acciones: Preparar el corazón, para que sea Morada digna de Dios.
Demostrar con obras los cambios interiores.


Lecturas bíblicas: Lc 2,1-7; 1 cor 1,4-9; Sal 145 (144))

Tomado del Libro: Ministros de Dios y de la Iglesia. Meditaciones de San Juan Baustista de La Salle para Educadores Cristinaos. , Alfredo Morales FSC

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