Profesor, ¡Quiero que mis Hijos Lean!

Escrito por Ryde Acosta en Los Educadores se Expresan

LibrosEl enseñar a leer  es parte de las asignaturas básicas que todo padre debe de iniciar a sus hijos. Esta conciencia de deber es la que abrirá el camino a un mundo nuevo y maravilloso en el que padre e hijo se sumergen, a una voz, en un plano totalmente mágico. Esos momentos de intimidad casi religiosos no se olvidan; instantes en los que el corazón del niño late al ritmo de la historia que el padre le cuenta. Momentos memorables en el que se creen que son piratas en altamar, liliputienses en tierra de gigantes, Alicia  o Simba. Esos momentos no se borran de la memoria.

Y qué decir del padre. Sólo de imaginar la escena, el espíritu se apacigua y a la vez lo anhela.

Hoy, más que nunca, la lectura es necesaria en cada familia. No hablo de esa actividad que el niño llega a identificar como una imposición más de padres y profesores; sino de ese espacio casi sagrado en el que dos almas se afirman y dos mentes se unen. Puesto así, no hay riesgo de que se vea como castigo, sino como momento de amor, y el amor es deleite y a la vez contemplación.

Muchos padres me han planteado la inquietud de no saber cómo lograr que sus hijos e hijas sean amantes de la lectura. Ante esta cuestionante, no es secreto que tienen ventajas aquellos que sus hijos están cursando la primera década de la vida. Este es el momento más oportuno para adquirir los hábitos de lectura. Sí, así es, es durante esos diez años en los que se fija para siempre este hábito, de tal manera que sea una actividad natural para el ser que se forma, deseada y buscada.

Como padres y educadores debemos ser consientes que la lectura es una actividad que el individuo aprende pero que también puede ser enseñada. Ese deleite se aprende o por sí mismo, o por una guía sistemática y adrede de una segunda persona que maneje el proceso de enseñanza. Descubierta la espada de Damocles, deducimos que si queremos que nuestros hijos e hijas sean lectores debemos hacerlos lectores, no dejarlo a su responsabilidad. Pero, ¿y cómo lo hago? ¿Cuál es la clave? Les doy una pista: “El reto está en lograr estimular la curiosidad por la actividad en sí de leer y por ende en los libros”.

A continuación enlisto los tips que me han dado resultados a la hora de promover en mis estudiantes el hábito a la lectura.

  • La lectura no es un castigo. Obligar a leer con el fin de lograr que el niño se tranquilice o como escarmiento a algún acto interpretado como malo, es la manera más fácil de matar al lector que el niño lleva dentro.
  • Libros por doquier. Coloque libros en puntos estratégicos: mesa de estar, estantes, cerca del teléfono, colección de muestra para la sala de estar, en el baño, en la mesa de noche, en el vehículo, en su maletín de trabajo, etc. Lo importante es que el niño o la niña interprete que los libros son de fácil acceso, que los hojee sin problemas y que se interese en algún tema. Nótese que la accesibilidad de los libros inicia con usted, con lo cerca que tenga sus libros. Él terminará haciendo lo mismo con los de su propiedad.
  • Llévelo de paseo a las librerías una o dos veces por mes. Inicie o terminé una tarde de paseo visitando una librería. Estos establecimientos están llenos de coloridos, actividades para niños, lugares de merienda y de otros niños.
  • Por poco que sea, léale una cuartilla diariamente. Del libro que se elija, acostumbre a leer lo mínimo. Con el tiempo terminarán leyendo un capítulo completo.
  • Aclare las interrogantes al momento. Dejar una duda para resolver luego es no resolverla y quitarle valor a la lectura. Tenga a mano una base de consulta universal. Le sacará de apuros.
  • No hay libros prohibidos. Ante libros que podamos interpretar como no actos debemos de ayudarnos del análisis crítico que el mismo niño o adolescente realice. Nuestro papel es de guía, no de fiscalizador. Si no es así, terminaríamos siendo una muleta en su proceso. Llega un momento en el que el niño madura y él busca sus títulos. Esos son los momentos previos al despegue del lector. ¡Cuidado, no les cortemos las alas!
  • Pertenezca a círculos literarios. Esto lo motivará a indagar cómo él puede involucrarse, si esos mismos círculos existen para niños, u otro tipo de ambientes literarios. Pero primero empiece por pertenecer usted.
  • Que no le importe los títulos o líneas editoriales que entusiasme al niño. Hoy en día cualquier escrito con calidad literaria es una buena oportunidad para que el entusiasmo inicie, se mantenga o crezca. Podemos encontrar en el mercado desde revistas científicas, libros inspirados en títulos de películas, hasta personajes de programas de televisión que los niños suelen ver por las tardes.
  • Haga de la lectura un atractivo y divertido tema de conversación. No importa la edad, ni el nivel; termine involucrándose en lo que lee. Con el tiempo, lo más seguro es que acabarán leyendo los mismos libros con el fin de compartir opiniones.
  • Estoy seguro que estos tips les ayudarán a iniciar o a elevar el entusiasmo de la lectura en sus hijos e hijas. Tengan siempre presente tres criterios: “Harán lo que les vean hacer”. “Sea flexible y paciente”. “Los libros no son castigos, son portales que nos llevan a otras dimensiones”.
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Abr/14
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